martes, 17 de noviembre de 2009

Jugadísimo.

Hablo de la gran nota que escribió Gustavo Grabia para el Olé (que tantos mimos (?) recibió desde este blog; como el post anterior), denunciando un pacto entre el gobierno y las barras para que éstas viajen a Sudáfrica a dejar en alto (?) al público argentino.

Si bien es posible sospechar de los ribetes de esta denuncia (Olé pertenece a Clarín, grupo hoy enfrentado al oficialismo), las banderas de "Hinchadas Unidas Argentinas" pudieron verse en televisión. Y no sería la primera vez que el Gobierno actual se inmiscuye en asuntos ligados al fútbol que no se juega en la cancha, por llamarlo de cierta manera.

No es la primera vez que las barras transan, ya sea para ir a un Mundial o por otros motivos. Los Diablos Rojos pegaron pasajes a Alemania 2006 por "buena conducta". Aquella célebre trifulca en los quinchos de River, y luego la muerte de Gonzalo Acro, tuvieron como protagonistas a integrantes de Los Borrachos del Tablón, en algunos casos hasta reconocidos como empleados del club según algunas declaraciones juradas. Digamos, siendo justos, que la historia de la relación barra brava - dirigencia no es nueva, ni mucho menos.

Ademas, si bien criticamos a muchos de los redactores del Diario, he de admitir que Grabia supone una de las más notorias excepciones, siendo un periodista con inmensa trayectoria, y además el único que trata casos de violencia y se ve actualizado en temas de las barras y sus internas, recibiendo incluso amenazas en ocasiones varias. La comparsa de pasantes se encarga del fútbol (como puede) casi en su totalidad. A eso agréguenle unos/as que manejan la farándula y te tiran chimentos una vez por semana. Lamentable.

Aunque es clara la dirección politizada que lleva el artículo, no podemos dejar de mencionar el laburo de investigación, las agallas para publicar los nombres y, dicho sea de paso, lo bien que viene recordar algunas cosas como el risible proyecto de tener a barras como encargados de la seguridad en las populares, que hasta se probó con la barra de Independiente.

Otra dolorosa exposición (y van...) de cómo un deporte puede corromperse tanto por sus andamiajes burocráticos.

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