lunes, 20 de septiembre de 2010

Una decepción.

- River no muestra el tiki tiki que pregona Cappa, se lo ve fragmentado, con poco vuelo futbolístico, estático y Ortega-dependiente . Aún así, ha vuelto a hacerse fuerte en el Monumental y a ganar partidos tirándole la chapa encima al rival; un buen presagio, que puede ser clave para sus aspiraciones. Está a tiro de la punta, pero no juega bien.

- Boca parece encontrar el rumbo luego de vencer a Colón y enhebrar dos buenos resultados. Pero sigue en deuda con la gente. Mostró falencias en la conducción y falta de ideas para vulnerar a los rivales, más una llamativa mala racha de local. Pero amparado en la mejor zaga del país, tiene con qué crecer. Muy en deuda.

- Racing ganó un partido gracias a la coyuntura, después de sacar 0 de 12 en una racha diabólica. Se lo vio sin ganas, parado, muy tibio para llegar al área y sufriendo la ausencia de Moreno y el mal nivel de Toranzo. Si bien podría levantar a partir de ahora, ya defraudó a su gente - otra vez.

- Independiente es LA decepción. Si bien la conducción técnica cambió (Garnero es la apatía hecha carne y hueso), se esperaba una continuidad en el juego mostrado. Todavía no ganó en el campeonato, y perdió hoy de manera muy dura con Banfield, que lo tiene alquilado. Avanzó en la Sudamericana, pero eso no alcanza.

- San Lorenzo está puntero gracias a Ramón. Ni más ni menos; con cualquier otro estaría de la mitad para abajo. Es un equipo que la prensa llama "sólido": defiende bien, es imparable de arriba, tiene delanteros que llevan peligro, sale a ganar a todos lados con un libreto clarito. No brilla ni en pedo eh (?) que quede claro. Pero tiene una idea y convicción, y tampoco es que apuesta a revolearla y aguantar los resultados. Juega bien, pero con poco le alcanza.

- Lanús está preso de su propia irregularidad. Se pone nervioso cuando las cosas no salen, y si le sumás la suerte con las lesiones, estás hecho. Subir a tantos pibes requiere tiempo y que los partidos sigan su curso. Una vez adaptatos, será el Granate un equipo de temer. Quizás el torneo que viene, pero la mano ahora viene jodida.

- Godoy Cruz es un equipazo. Abre bien la cancha, apuesta siempre a ganar, juega simple, aprovecha al máximo los espacios de la cancha (esto se ve muy bien cuando juegan en Mendoza) y tiene a un jugadorazo como David Ramirez, que marca la diferencia para los del Turquito Asad. Es una buena noticia la constancia del Tombino, que apuesta a entrar a una Libertadores para poner en lo alto el fútbol cuyano. Su buen trato de la redonda los lleva a pasos agigantados.

- Banfield es otro buen conjunto. Lo que tienen es "oficio": saben cuándo ir al frente, saben cómo hacerlo, saben cuándo ir para atrás, para dónde dar el pase, sabe esconder la pelota y no se resiente cuando hay rotación. Es un Señor equipo, que hace un culto al esfuerzo y le debe mucho al trabajo de Falcioni, que - nobleza obliga - fue etiquetado en VdL como un amarrete y demostró que no le pesa ir a buscar los partidos y golear.

- Estudiantes sigue siendo el mejor. "Perez-Braña-Verón-Benitez" sale de memoria. Le falta el peso ofensivo de hace un año (sufrió la ida de Boselli) pero sigue jugando bárbaro, de memoria, y empieza a subir juveniles aprovechando la coyuntura. Tiene un partido menos, que podrá aprovechar para treparse a la cima del torneo.

Pasó ya más de un tercio del torneo. Hasta acá, prácticamente todos los equipos en los que apostamos una ficha (omitimos a Banfield y Godoy Cruz) mostraron más flaquezas que aciertos y no mostraron el juego que, a priori, esperábamos ver.

Todavía falta, obvio. Pero siempre pesa la primera impresión.

jueves, 9 de septiembre de 2010

¿A quién alentamos ahora?

En más de una ocasión fui partícipe de una de estas discusiones, que giraban en torno a la simpatía que pudiera generar, o no, un equipo nacional al enfrentarse con otro, extranjero. Incluso, recuerdo que en algún pequeño apartado de un viejo post (que recuerdo que hablaba de Estudiantes de La Plata), hice una mención a este mismo tema. Ayer, cuando casualmente Estudiantes se midió con LDU Quito, volví a sentir los ecos de aquella misma discusión, en foros y en charlas.

En definitiva, la disyuntiva es hinchar por el equipo argentino o por el extranjero. Así de simple, y quizás absurdo, como usted puede leer (?), una decisión tan simple tiene muchas aristas por las cuales abordarla.

Resulta claro, a esta altura del partido, que la inicial rivalidad entre clubes - sobre todo clásicos adversarios - ha devenido con el correr del tiempo en una fiera enemistad que supera ampliamente el umbral de la violencia. Aún siendo esporádicos los combates verdaderos, cada uno ha contribuido a la creciente animadversión entre hinchadas. Aún cuando ahondar en los pormenores de esta agresividad no es el objetivo del post (prometemos ad eternum hablar de eso alguna vez), es evidente que ésta logra manifestarse en más de un ámbito. Es así que es más posible que te rapte un Ovni (?) antes que encontrar a un hincha de cualquier equipo River que hinche por Boca en una Copa. O Viceversa.

Puede haber excepciones. Algunas hinchadas son amigas; la predisposición para con este equipo que no es propio se verá afectada. Asímismo, algunos cuadros ("de los denominados chicos" para no ofender susceptibilidades), son capaces de generar simpatías en situaciones particulares. Recuerdo a Argentinos en Semis de la Sudamericana 2008. O, quizás, si Godoy Cruz clasificara a la Libertadores (!!) generaría este sentimiento en el espectador neutral. Es difícil que un equipo Grande logre esto. Influye también el aprecio o encono personal con determinados clubes.

Pero así como existen estas posibilidades (que, en definitiva y a pesar de su origen, contribuyen al folklore) sobresale otra posición. La de aquellos que tiran para el lado del equipo "que nos representa". Extrapolan el triunfo de un club a un triunfo argentino. La postura, creo, tiene el mismo origen que otras nociones de pertenencia, como aquellas que festejan triunfos de combinados nacionales de los más variados deportes, o de atletas individuales (como sucede en el tenis).


Viéndolo en los términos así planteados, resulta cuanto menos deprimente: se está optando entre el rechazo porque sí, y la patriotería porque sí. Tocando fibras más profundas de la moral (?), no hacemos sino ver con qué prejuicio nos quedamos. Difícilmente haya posturas más difíciles de argumentar. Pero asumiéndome como argentino al taco, jamás voy a quedarme sin optar por una.

¿En qué me representa a mí, hincha de X, el Club atlético Independiente(?) Y? En nada. Por supuesto. La pregunta a hacerse ahora es, ¿En qué piedra me sostengo para decir eso? ¿Acaso X representa todos mis ideales políticos, éticos y morales, siendo la antítesis el estandarte de los putos de (?) los hinchas de Y? Honestamente no. Son 11 tipos con una camiseta. Nada más que eso. Nada menos. Aún sabiendo eso, jamás voy a alentar por el rival en una copa. Eso, asumido y archivado. ¿Hay que creer, entonces, que uno es un intolerante proviolento? Y sí (?).

O quizás, habría que entender que, si existe una identidad nacional precaria, ésta debiera verse reflejada lejos de un evento deportivo y cerca de un rumbo político e ideológico claro, una unidad y un trabajo conjunto para mejorar, y no unirse en el Chauvinismo al momento de enfrentar a otro país. O quizás me estoy justificando para alegrarme porque el tuyo quedó afuera, quién sabe.

Y todo esto para un partido de mierda, che (?)

martes, 7 de septiembre de 2010

Argentina 4 - España 1

(Autobombo: Se ve que el destino favorece a este blog. Apenas amagamos repuntar, y nos llega un partido para el post sábana que la gente nos reclama por la calle (?))

Quien escribe, al igual que muchos otros, imagino, se escapó de sus obligaciones para mirar el partido. Llegué a un televisor cuando iban unos diez minutos de comenzado. Apenas me acomodaba vi el primer gol argentino. Son muy buenos tanto el pase de Tevez como el movimiento de Messi, que sigue en la jugada, no se desentiende, y marca el espacio para el estiletazo del Apache. Mal la defensa española en no achicar primero, y en no encajonar después a la Pulga (De vos hablo, Marchena (?)), que se fue cerrando y en una baldosa dibujó una vaselina maestra para vencer a Reina. La picardía es que siendo ese enorme jugador, tiene que tribunear besándose el escudo para que la gente lo acepte más. Retrato vivo del hincha de la selección promedio.

De cualquier manera, la Selección a partir de ese momento manejó la pelota como y cuando quiso, y se permitió un poco de argentinidad para sobrar a su rival, impulsada por el público. Pero cuando uno mismo se imaginó "ya veo que por boludear nos empatan", Tevez volvió a calzarse la 10 por breves segundos y asistió todavía mejor que antes, a Higuaín. El Pipita gambeteó a Reina con un movimiento muy elegante y la metió desde un ángulo durísimo y con Piqué cerrándole el segundo palo. Segundo golazo en dos minutos.

Y a partir de ahí, sí, el floreo. No obstante España nos advirtió que era el Campeón del Mundo. Villa en dos ocasiones, primero a la carrera y después con pelota quieta - previo rebote en Mascherano - puso la pelota en contacto con el palo izquierdo de Romero. Las cosas como son: nos salvamos del empate. En el medio siempre hubo uno de celeste y blanca para acompañar al que llevaba la pelota. Mascherano tenía un trabajo sobrio en la mitad de la cancha, y se animaba a ir sabiendo que adelante tenía a Banega y Cambiasso. El triple cinco se animó a raspar, tocar en corto y ser el primer pase obligado del ataque del equipo. Individualmente, sus rendimientos fluctuaron pero ese trabajo coordinado fue de lo mejor de la primera etapa. Como lo fue el partido de Tevez. Tan, pero tan metido estuvo el de Manchester City que hasta estuvo ahí para aprovechar el resbalón de Reina y mandarla a guardar, ganando la dividida en base a velocidad, colocación (estaba muy cerquita del arquero) y guapeza. No sin suerte para meterla, puso a Argentina 3 a 0, habiendo tenido incidencia en los tres tantos. Partidazo, que le dicen.

Para el segundo tiempo, España salió a encarar la remontada con muchos cambios. Metió al lungo Llorente y al picante Navas para buscar con armas distintas. Lamentablemente, el Monumental se perdió ver juntos en la cancha a Iniesta y Xavi, juntos el alma de la Roja y del Barcelona de Guardiola. Xavi entró cuando salió el oficinista (?).
El visitante, viendo que su anfitrión le regalaba espacios y tiempo trató de arrimar peligro a Romero (sobrio en la pelota aérea, bien con los pies). Tuvo situaciones, claro que sí. Cazorla sacó un latigazo en la medialuna, Romero - en su intervención en el partido - la cacheteó; el desvío hizo que la pelota impacte al larguero (?). Tercer pelota en los palos para España. Se podría decir que si hubieran tenido más tiza en la definición, hubiese sido otro partido. Pero mejor no (?).

Argentina se mostró abúlica, conforme con la ventaja que había encontrado y, cuando se lo propuso, le movió la estantería al campeón del mundo. Un taco magistral de Cambiasso le abrió el cuarto gol a Higuaín, pero Victor Valdés, ingresado en el entretiempo por Reina ("te saqué para protegeerrrteee" diría el Bambino) le sacó muy bien el remate. El sustituto Di María (entró por Tevez), hizo un gol previo a un jugadón de Messi - limpió a tres rojos - pero se lo anularon bien, debido a un offside. También entró Agüero por Higuaín.

Eventualmente los de Del Bosque encontraron un muy lindo descuento. Para aquellos memoriosos, el gol está calcado a otro que nos hicieron ellos en 2009, en aquella derrota por 2 a 1. El movimiento es típico de la selección española; pase horizontal de la izquierda al medio, a nivel del comienzo del área grande. Metieron dos pases, Llorente la recibió y la mando a guardar en el punto penal, con una rápida media vuelta (la única vez que venció al firme Milito) y un remate poco convencional. Y eventualmente casi nos llenan el culo de preguntas se ponen a tiro del empate en una desatención defensiva de la Albiceleste. La última línea bartoleó (palabra trademark (?) de VdL) la marca en su derecha y un defensor (no sé cuál, Demichelis o Milito) la sacó en la línea, en la segunda pelota luego de un remate desviado del vasco Llorente (no me acuerdo quién fue el español que pateó, por posición supongo que Cazorla). Luego, Messi tuvo una inmejorable pero, cuando la jugada pedía abrir con Di María, pateó una masita. Pecó de egoísta, Lionel.

A falta de dos minutos entró el grosso de D'alessandro, tan solo para el aplauso de Messi. Y qué grande será el cabezón que, con tocar diez segundos la pelota, generó un gol. Juntó a tres marcadores y la abrió para que Heinze pusiera un centro en la cabeza del Kun Agüero, que se había mostrado movedizo y con voluntad de asociarse. Lo agarró a contrapierna al arquero y sentenció el 4-1 final.

Es un buen espaldarazo, este resultado. Con vistas tanto al próximo partido (el nunca amistoso con Brasil) y a la Copa América del año que viene, sirve para ir aceitando un funcionamiento que hoy dio una muestra de su potencial, ante un rival de peso. Visto y considerando que la permanencia de Batista en el cargo es casi un hecho (lástima por Ramón), no queda más que seguir trabajando. El rumbo tomado, se ve, parece de esos que te llevan a destinos prósperos.

-Romero (6): Bien en la tapada a Cazorla y seguro en los centros. Sin complicarse con los pies.
Zanetti (6.5): Qué fácil sería decir quién es el 4 de la selección, si no tuviera 37 años. Pasó al ataque aunque sin claridad. Como siempre, bien para cerrar.
Demichelis (6.5): Se las ingenió en el primer tiempo y cumplió un buen partido. Un cagadón suyo al final casi decreta el 2-3.
Milito (7): el mejor del fondo. Impecable en el mano a mano y complementando arriba.
Heinze (6.5): Cumplió en la marca y asistió a Agüero para el último tanto. Fuera de eso, no trascendió en ataque.
Mascherano (7): se arriesgó a ir más lejos porque sabía que había alguien para hacerle el relevo. Salvo un pelotazo al medio que agarró a todo el equipo saliendo, un laburo sin fisuras.
Cambiasso (6.5): el que se desprendía para mandar adelante a todo el equipo. Está siempre tan bien parado que es el que marca el paso de los demás. Inteligente para la descarga.
Banega (6.5): completó el triple 5 que copó el medio. Metió para recuperar y mostró su pie fino cuando pudo. Un poco más impreciso que sus compañeros.
Messi (8): Un gol de otra dimensión, un primer tiempo intratable y un segundo tiempo mostrando pinceladas. Erró un gol por morfón en el segundo tiempo.
Tevez (8.5): el mejor del partido. Por izquierda hizo lo que quiso con Arbeloa, asistió a sus compañeros, se avivó para el tercero. Metió, corrió, presionó bien (por momentos solo), jugó e hizo jugar. Así te quiere VdL, apache.
Higuaín (7.5): Pura clase. Un gol de factura exquisita para poner la ventaja, generando el espacio y todo. Después, tuvo a mal traer a los centrales. Se fue reemplazado.

Di María (6.5): no desniveló por izquierda. Le anularon un gol por estar adelantado. Bajó a dar una mano en la marca.
Agüero (7): en pocos minutos entendió cómo había que jugar. Ganó un par de faltas, la tuvo, intentó ser opción de pase y metió un gol de cabeza.
D'alessandro: Sin puntuación. Qué grosso que sos Cabezón.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Jugar con 3 o con 4 atrás.

(Advertencia (?): los números tres y cuatro, junto con palabras como "línea" "central" y "lateral" pueden presentarse en cantidades nocivas para el lector.)

El título que ilustra este post, que tranquilamente podría haber sido escrita por Perfumo ("me acuerdo de un partido, en el Racing del '67, el cuatro de ellos..." (?)) surge como un humilde intento de tomar la posta que el periodismo revolea a la tribuna, una y otra vez: explicar clara y brevemente qué es esa duda existencial (?) (vilmente enmascarada como "debate" cuando en realidad nunca pasa nada) llamada "defender con 3 o con 4".

Ya en VdL nos tomamos el atrevimiento de enumerar las características de la defensa paradigmática del fóbal. Los primeros tomos de nuestro aún inconcluso compendio (?) sobre el 4-4-2, trataban sobre cómo debía comportarse un defensor de bien, como vos y como yo (?). Esta entrada será más compacta y ágil de leer que las mencionadas.

Sabido es que no todas las líneas de 4 son iguales en su plan básico. Habida cuenta de que los centrales con más o menos técnica juegan a lo mismo en cualquier equipo, por decantación serán los laterales los que impriman características diferentes. Todos los equipos con línea de 4 están pensados para sorprender con la proyección de al menos uno de sus marcadores de punta. Podemos, entonces, clasificar a estas defensas en tres tipos:

1) Cuatro centrales: privilegiando el aspecto defensivo aunque resignando sorpresa en ataque. Por lo general, los elegidos para cubrir las bandas son centrales rápidos y ágiles, para bancarse el mano a mano, aunque de tanto en tanto realizan incursiones en ataque. La selección en el último Mundial, Racing, Estudiantes, son algunos ejemplos.

2) Con un lateral de proyección y uno de marca: en ataque, el central que lo acompaña en ese costado, le cubre la posición, y el lateral pasa a ser extremo, acompañando la diagonal del volante o aportando el tercer jugador para triangular. Velez juega con Cubero y Papa, que es el que va al frente.

3) Con dos laterales de marca: según los jugadores que tengas adelante, puede balancear el cinco, retrasándose (Almeyda, Mascherano, Elano) si los dos laterales llegan al fondo al mismo tiempo, o acudir a la tenencia para no exponerse mientras están arriba, en caso de que nuestros volantes no sean de marca (¿Qué otro ejemplo sino el Barcelona?). En este tipo de equipos es importante que los laterales regresen, aunque sea a ocupar el espacio. Un simple pelotazo cruzado ("a la espalda del lateral" que le dicen) lleva mucho peligro. Más cuando las canchas son grandes y el central, por lentitud o por estar lejos, no puede anticipar.

Con sus tintes personales, la gran mayoría de las defensas respeta alguno de estos estilos. Puede haber excepciones, como un lateral con la pierna cambiada; aprovecharse de la tendencia natural a cerrarse es útil para presionar, o cerrar a algún jugador, junto al central que sale y el volante que vuelve, como leí alguna vez, para anular a un distinto.

Una línea de cuatro permite, en ciertas ocasiones, desprenderse de dos jugadores de la defensa, desbalanceando al equipo, inclinándolo "hacia adelante". O bien aportar cuatro para la marca, en cuyo caso se inclina "hacia atrás". Si se proyecta un solo marcador de punta no se inclina nada (?). Los volantes pueden aprovechar esa proyección sorpresiva para poner al rival en aprietos. Normalmente, el lateral tira centros, pero puede llegar en diagonal hacia el arco y hacer goles, o probar de afuera.

La línea de tres presenta, en cambio, otra fisonomía. Normalmente se presenta en dos variedades (?):

1) La eternamente promocionada por Bilardo, y nombrada por Souto todos los días en su programa (es lógico, ahora que aprendió algo de fútbol tiene que repetirlo hasta que creamos que sabe): un líbero y dos stoppers. El stopper es un zaguero con marca asignada. Como en un corner en contra, ¿Viste? Bueno, pero todo el partido (?). Aporta a la mayoría numérica en la marca, bastión conceptual repetido aquí hasta el hartazgo, estando siempre sobre el rival, pero no cubre espacios. Eso lo hace el líbero. Es una defensa buenísima cuando está bien trabajada, pero endeble contra delanteros que se muevan por todo el frente.

2) Tres centrales: así de simple como se oye, implica el difícil trabajo de asignarle a cada zaguero un espacio más grande para cubrir, lo que expone más al bochazo cruzado antes mencionado. El espacio también puede servirle al rival para ponerte un volante, que se junta con un delantero y el enganche, y le haga el "loco" al central. ¿Qué se pierde? La mayoría numérica. Repítanlo durante quince minutos así no se les olvida (?).

La principal ventaja que aporta la línea de 3 es que le da libertad a los volantes. Considerando que los centrales siempre defienden (que no es tan así), en una línea de 3 que tiene un jugador de más en esa posición, se desliga al mediocampista de la responsabilidad de volver a marcar, lo que permite, por ejemplo, presionar "en 3/4 de cancha" como los equipos de Bielsa. A su vez, la línea de tres resigna dos laterales a cambio de un central; ese jugador de más se puede poner en otra posición, poblando más el medio o llevando más peso con un delantero.

Los carrileros pueden convertirse en "laterales-volantes" que cumplan una función híbrida, como sucede con Clemente (lateral adelantado) y Matías Gimenez (volante) en Boca, o pueden ser volantes con vocación más ofensiva. El equilibrio lo aporta el doble 5 - generalmente de fricción - ya que el juego pasa por un quinto jugador.

Aún así, puede verse a las claras que la proyección de un lateral deja a una defensa, temporalmente, con un jugador menos. Una línea de 3 "dinámica", que en tiempo neto puede durar tanto o más que una línea de 4 estática. Lo dijeron Basile ("los jugadores se mueven después de que los paro") y La Volpe, cuyos puntos de vista están en veredas opuestas. Sin dudas se desdibuja, así, la disyuntiva entre un número de defensores u otro.

Presentado el debate (difuso, pero planteado a fin de cuentas), tan solo resta adoptar una postura renegando de todo lo demás. Desde aquí, humildemente opinamos que debiese adaptarse el esquema al presupuesto futbolístico de cada plantel, aunque hay posturas discrepantes, más rígidas unas que otras.

Lo claro es que el fútbol no es un piedra, papel o tijera, y cualquier forma de jugar puede vencer a la otra en el verde césped.