A 34 años de la instauración del (muy) mal llamado Proceso de Reorganización Nacional, se conmemora el Día de la Memoria.
Aunque noble, la memoria es algo volátil y difuso, perfectamente influenciable por pasiones más tribales, sanguineas, y el "perdonar mas no olvidar" puede devenir en impiedad, ajena a los valores que una sociedad que busca el paso adelante debe tener.
El acto de la Buena Memoria se realiza con consciencia: construyendo, criticando para sumar y no para enfrentar, ejerciendo nuestros derechos y nuestras garantías, en todo tiempo y lugar. Es recurriendo a las mejores armas que disponemos, asumiéndonos en nuestra dimensión social contemporánea y, principalmente, los orígenes, las Raíces, que la justa medida llegará (en algunos casos treinta y cuatro años tarde, tristemente) y la Buena Memoria habrá triunfado. Negar lo sucedido, disminuirlo o confrontarlo como bandera de un Gobierno de turno no es solución de nada.
No obstante, tampoco el otro extremo de la balanza es contrapeso. Que la sana Justicia irrumpa luego de lustros de exilio y trascienda y ejemplifique. Distinta a la revancha virulenta, aún de origen sincero ante el horror sucedido, que en su afán de vencer nubla el juicio y segrega, cuando días como hoy debemos pasarlos unidos. Que sea lo que deba ser, o que no sea nada.
En ese equilibrio, está el "Nunca más", el progreso.
miércoles, 24 de marzo de 2010
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1 comentario:
100% de acuerdo en lo que decís. Cuando dijeron que quizás el súper se jugaba el miércoles, pensé que los desaparecidos llenarían media Bombonera. Qué verguenza...
¡Nunca más!
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