martes, 16 de marzo de 2010

River y el triunfo en todas sus caras.

Por Andrés Burgos.

La victoria de River Plate ante Huracán del pasado Domingo, aunque abre crédito para lo que viene, no parece más que reafirmar el negativo desempeño del conjunto Millonario: lejos de realizar un partido brillante, La Banda mostró un resumen conciso de sus virtudes y sus numerosos defectos, puestos en vidriera a lo largo de este Clausura. Nótese, por ejemplo, el rol de Paulo Ferrari. Lateral derecho con gran proyección, se acercó durante todo el partido al área rival, con más garra que nitidez. Una oportuna (no da el cuero para decir "aceitada") sincronización con Rojas impidió que su sector se convierta en una invitación al desborde para el equipo de Parque Patricios.
Hasta aquí, todo elogios. Sin embargo, en el sector izquierdo - siguiendo una parábola netamente descriptiva del trazo futbolístico - el trámite fue notoriamente distinto. El aparente desapego a la marca y al ida y vuelta del juvenil Pereyra, junto a un Juan Manuel Díaz un tanto estático, provocaron un convite all inclusive a la promesa quemera, Clara, quien con notorio desborde se acercó repetidamente a la zona de peligro, y con soberbia mala fortuna echó a perder situaciones de gol, ante un flojísimo Vega, que en el partido menos apropiado logró lo que mereció triplemente en otros: mantener su valla en cero.

Y esa corta crónica podría ser el resumen del partido, y de allí la oración de apertura de este post. River marcó bien (7 puntos para quien escribe) en el achique en todos los sectores excepto el izquierdo, donde las astucias de Clara generaron muchas situaciones netas de gol, y valieron dos amarillas justificadas para Sánchez y Gallardo (que brindó ese buen juego -aunque lejos de su nivel- más sacrificio en la marca durante los 60 minutos que jugó). Es en las pelotas paradas, particularmente, y en los envíos aéreos en general la defensa mostró, en cambio, su peor versión; comenzando por Vega exhibiéndose inseguro para cortar los corners y centros, más cabezazos al medio inoportunos e incomodos para terminar de neutralizar, redondeó un partido, de mitad de cancha para atrás, que recordó al del primer tiempo ante Independiente, salvo algo de Ahumada (que va recuperando su nivel) y cierta sobriedad de la zaga central, para redondear la evaluación.

Del punto central hacia adelante, el panorama fue más alentador para el equipo de Nuñez. Disponiendo un mediocampo en rombo clásico, con Ahumada de volante tapón y arista defensiva, un volante zurdo natural y de condiciones - aunque verde - como Pereyra, un muy buen laburo por derecha, ocupando también el rol de doble enganche y asociando con Ferrari (hablo de Rodrigo Rojas) más Gallardo que se mostró con muy buen pase y entrega para la marca aunque algo estático, Funes Mori y Canales se vieron bien provistos. Hay también un guiño cómplice de la defensa de Huracán: como ejemplo, Filippetto fue el autor del primer gol del Millonario, que permitió jugar con otra calma y desatar nudos.

Moralmente, el resultado tuvo - sin querer empañar con subjetividades - cierta justicia aunque Huracán bien pudo haber tenido su tanto, mas River anotó sólo dos debido a su pública pelea con el gol, como esa pifia increíble del Rionegrino Canales.

Este post, quizás demasiado extenso o redundante, puede entenderse como una primal respuesta a un comentario del favorito de VdL (?), Leonardo Farinella titulado "Almeyda pronosticó sol y esta cayendo granizo". Se comprende perfectamente el enfado del hincha de River por tener un equipo que deberá mirar la tabla de promedios el próximo año, pero para qué mentir: es para eso para lo que está el equipo. En ese marco, la victoria conseguida no hace más que mostrar que el conjunto, desde un punto como éste, puede reconstruirse y, por qué no, superar la efectividad de 1,3 puntos que cosecha en este torneo, que lo mantendría a salvo del abismo en los próximos. Dando pasos cortos, será cuestión de levantar el nivel del equipo (dejando de lado el concepto de "falopa" que tan arcaico suena en nuestro fútbol doméstico) para volver, de a poco, a la gloria.
Tristemente, suena utópico el logro, solventando la sensación viendo la crisis en la que se encuentran otros clubes grandes: quizás sea entonces momento de asumir el vaciamiento sin victimizarse, dejar de negar los errores propios y ningunear con frases como "hoy en día la primera es muy pareja" para, con políticas serias, seguir los ejemplos y retomar un nivel reclamado por los hinchas platenses ávidos de glorias no tan pasadas pero que, desde hace ya varios años, ha dejado de merecer.

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