Hay que decir, para marcar un hilo conductor que lleve adelante el desarrollo del post, que la Vinotinto hizo el mayor esfuerzo por ganar el partido durante casi todo el trámite del mismo. Argentina, no obstante, apretó en los primeros minutos; la presión adelante, el mismo intento saludable de juntar a Messi, Higuaín y Di María (activo en esos minutos) y las criteriosas apariciones de Zabaleta fueron las armas que eligieron los de Sabella. No obstante, es difícil para un equipo atacar a un rival que te ubica ocho, nueve jugadores detrás de la línea del portador de la pelota. Así esperó el local a la visita, que sólo pudo vulnerar con remates desde afuera. Los mencionados arrimaron peligro al arco granate de esa manera, aunque Renny Vega (grosso total) detuvo varios disparos sin más dificultad.
Bueno... Eso fue todo lo que tengo para decir de bueno del equipo nacional. Largo, ¿No? (?). Venezuela emparejó las acciones y, con poco, empezó a crear sus propias situaciones. El equipo argentino pareció sofocarse durante la segunda parte del primer tiempo, y al no replegarse, aparecieron los espacios. A ver: una línea híbrida de tres/cinco defensores, con laterales de permanente despliegue, necesita la coordinación de ambos, más un enorme gasto físico, para poder funcionar correctamente. En una cancha grande con un clima realmente adverso para los nuestros, era lógico que empezaran a aparecer falencias. Las espaldas de Zabaleta y Rojo empezaron a convidar al desborde y exponer a una última línea muy permeable, sobre todo del centro a la izquierda, con Demichelis y Otamendi cometiendo muchas equivocaciones y perdiendo en cada centro que caía en el área. Sólo Burdisso pudo mantener la compostura. Detrás de ellos, la figura: Andújar le tapó a Arango en el PT un tiro libre difícil, con mucho veneno, y se mostró siempre seguro, a contramano de lo hecho en el partido inaugural. A medida que pasaba el tiempo, el dominio de los de Farías se hacía más evidente, de la mano de ese gran jugador, 5 de los antiguos, que es Tomás Rincón, amo y señor del medio, y de Rondón, que doblegó a Di María.
Toda la tendencia de retroceso que Argentina empezó a mostrar antes del entretiempo, se profundizó a niveles preocupantes. La selección se estancó y fue literalmente barrida de la cancha por un conjunto laburante y con buenas intenciones. Gravitó muchísimo más César González, que desniveló a Zabaleta y Rojo cuando quiso. En una pelota detenida, al principio, una segunda pelota del Maestrico - al lado del corner, abierto por la izquieda - servida para Rondón adentro del área, permitió a Andújar lucirse otra vez, tapando un remate jodidísimo, fuerte y bien esquinado. Resonaba el "ooooole, ooooole" en las tribunas locales. Era una postal del partido, del tiki tiki Vinotinto contra la pasividad criolla, amparada en el cero a cero. Así nos fue: de un córner bien tirado, Amorebieta le ganó de arriba a Rojo (que lo marcaba de atrás) y puso el gol, a la postre definitivo.
Y vieron cómo es (?), uno que se agranda, otro que se resiente... Eran dos equipos jugando a distinta velocidad, y Argentina se vio arrollada en consecuencia. Para colmo, Sabella intentó torcer la historia un poco tarde, y los cambios no le salieron ni un poco bien. Salió Zabaleta por un Banega que entró a dar una cátedra de pases al rival y traslado innecesario, y Sosa (primera y única mención en el cuerpo (?) del post) dio su lugar a un Palacio incisivo y movedizo, pero solitario e incapaz de vulnerar con sus armas a una defensa local muy bien plantada. Pastore entró diez minutos y no la tocó.
De esta manera, el equipo no reaccionó, y el único que agigantó su figura fue el uno; Andújar le ganó el duelo a Arango, tapándole un segundo tiro libre, y cacheteó una última chance clara, de Rondón. ¿La selesió'? Ni pintó por el arco de Vega, y se disolvió en su abulia.
Esto recién empieza. Es muy temprano para aseverar contra quién se perdió, o en qué circunstancias. Lo visto hoy no deja mucho aliento, lo inmediato indica que hemos de mejorar para lograr objetivos. Son dos partidos, con mal saldo en la defensa y un potencial alentador en ofensiva. Habrá que ver...
Andújar (7): tapando goles clave, transmitiendo seguridad y, por momentos, verdadero sostén del equipo.
Zabaleta (3): empezó con dinámica por su sector, llegando a gol y dejando el surco. Se desinfló temprano, y luego perdió y ganó en la marca... ¡Con Cichero!
Burdisso (4): el más firme del fondo. El único que marcó y estuvo atento todo el partido, sin descollar.
Demichelis (3): No le alcanzó con afianzarse en el segundo tiempo. En el primero no pudo tapar los huecos a su izquierda y perdió mucho de arriba.
Otamendi (2): Perdio de arriba, no cubrió las espaldas de Rojo, ni se habló con él. Entregó todos los pases al rival. Así no te afianzás, pibe.
Rojo (1): Perdió permanentemente con Rondón. Perdió la marca de Amorebieta en el gol. Hizo gala de un desconcepto total al pasar al ataque, sacándose la pelota de encima sin levantar la cabeza. Mal en las entregas. Está muy verde y, por su bien, debe salir del equipo.
Mascherano (4.5): No pudo frenar el vendaval que se le vino encima en el complemento. Correcto en los pases en corto y bien en los cambios de frente.
Sosa (2): Dos corridas al principio. Su labor (llevarle la bola a Messi bien adelante) la cumplió cinco minutos. Luego cayó en la apatía general.
Messi (4)*: Fastidioso y cansado. Pateó una vez al arco y nada más. Perdía hasta con espacios en el mano a mano. Rememorando sus épocas más sombrías.
Di María (4): empezó para confirmar todo lo bueno que hizo ante Chile. Se desinfló como todos; jugar cerrado y por el medio lo mató.
Higuaín (4): Difícil llegar sin una bocha clara. Trató de tirarse a los costados y hasta bajó a marcar, pero en lo suyo, ni siquiera inquietó.
Banega (1): entró para la tenencia y la marca, para copar el medio. No aportó ni en uno ni en otro. Abusó del traslado y entregó mal los pases. Otro que gasta sus fichas...
Palacio (4.5): aportó movilidad y trató de explotar el ancho de la banda izquierda. No pudo desnivelar.
Pastore (-): no aportó.