sábado, 30 de octubre de 2010

30/10/1960.


Qué sería de VdL sin el fútbol.
Qué sería del fútbol, sin Maradona.
¡Feliz cumpleaños Dié!

miércoles, 27 de octubre de 2010

Néstor Kirchner (1950 - 2010).

Si bien con el devenir del tiempo, aquellos más adeptos en la pluma sabrán recolectar las impresiones y el legado que deja Nestor Kirchner en la vida política argentina de la primer década del siglo, de esta que arrancó y posiblemente de las que vendrán, una primera impresión no tarda en aflorar.

Hablar de política, se da uno cuenta fácilmente, es muy complicado. La mayoría de las charlas transcurren en un camino cuasi filosófico, en el cual se pondera el pensamiento, el ideal antes que la situación, del cual es muy fácil desviarse, lo que dificulta una charla con sustento político real. Tratar temas más puntuales es más aburrido; es imposible convencer al otro si no se está de acuerdo. Lo que logró Kirchner es, sin lugar a dudas, quitarle lo acartonado al debate; sus detractores y seguidores han brindado en este tiempo encarnizados debates, y la opinión pública en torno a su imagen se fragmentó de forma tal que la relación entre un bando y otro tomó un cáriz irreconciliable.

Y es que, afinidades políticas al margen, el pueblo argentino no estaba listo para Kirchner. De su mano, casi que resurgió el debate político de su letargo. Con su discurso agresivo y decisiones radicales (acertadas o no, a criterio del lector), confrontó a grupos y sectores intocables hasta ese momento y expuso a una sociedad inmadura y pendeja que tomó en su mayoría posturas divergentes extremas - y muchas veces irracionales - que trató de defender como se defiende la identidad. Habrá quienes digan que él se aprovechó de esta coyuntura para forjar la popularidad que supo ostentar, cimentada en su personalidad avasallante, como si de un Caudillo se tratara. No será más que una arista, con una vuelta de tuerca dirán otros, de la personalidad y la dimensión que tomó su figura en muchos sectores de la sociedad en los últimos años, y posiblemente crezca en los que vienen.

Una mejor lectura del tema la dio este muchacho.

lunes, 25 de octubre de 2010

A corto y muy corto plazo (II).

Allá por Febrero se me ocurrió escribir este post cuando rajaron a Vivas de Racing. Indignadísimo estaba, eh (?). Si bien aquel posteo contiene otros elementos, el tema que me atañe en el corriente (?) tiene relación con aquél.

Sabemos ya, el Turco Mohamed, hoy técnico de Independiente, dirigió dos años y medio a Colón, equipo con el cual realizó grossas campañas, metido en los primeros puestos, incursionó en la Libertadores (no pudo pasar del repechaje pero le hizo dos partidazos a la U de Chile) y subió a varios pibes que le significaron al Sabalero una recapitalización considerable, aunque la mayoría fueran jugadores grandes.

Lo de Mohamed en Santa Fe constituye - quizás junto con Zubeldía al mando de Lanús - lo que podría considerarse el arquetipo moderno del largo plazo en Argentina. Amparado por resultados positivos en una institución sin apuros de ningún tipo - ya sean deportivos o económicos - el ex jugador y DT Quemero pudo plasmar sus conocimientos en un plantel que supo jugar muy buenos partidos de fútbol.

Hasta que llegó la debacle total (?). Durante este mismo torneo, una seguidilla de malos resultados impensada, para propios y extraños dados los antecedentes, alejó al bueno del Turco del banco del Negro santafecino. La ciclotimia que algunos equipos suelen mostrar de un torneo al otro luego de un tiempo considerable "jugando a lo mismo" es esperable. Muy pocos son los DT que escapan a esos torneos sabáticos y mantienen a sus dirigidos en la cima de sus competiciones durante mucho tiempo. De hecho, con Mohamed, era la primera vez que pasaba. No obstante, el actual DT de Independiente rechazó la propuesta que le hicieron los dirigentes de Colón para que continuara en el cargo. Es decir, inclusive gozando de la aceptación de la cúpula y del plantel, decidió renunciar. El principal factor al que atribuyó el peso de su decisión, fue el "desgaste" y la sensación de "ciclo cumplido" que se escucha en boca de DTs salientes luego de éxitos. También tiró la típica del "cambio de aire".

Recapitulemos. El "ciclo cumplido" y el "desgaste" fueron demasiado para el cuerpo técnico... ¡En dos años y medio! ¿Qué tendría para decir, entonces, y salvando las distancias, un Alex Ferguson, un Wenger, Ancelotti, Hitzfeld? Sería esperable que los jugadores se cansen y le hagan alta cama, pero aquí la renuncia corrió por cuenta de Mohamed. Desgaste no tenía; a los diez días agarró el banco del Rojo.

Resulta cuanto menos cínico, entonces, oir discursos pomposos de periodistas y técnicos que atribuyen el mal nivel del fóbal "a que no se apuesta al largo plazo". Esa es la única excusa que pueden encontrar, que sea funcional a la máquina de vaciamiento instaurada hace años, porque todas las renuncias son por no encontrar un equipo con jugadores nuevos cada seis meses. No me voy a poner a indagar sobre cuánto duraron ciclos realmente exitosos, como el de Ramón de los 90 o el de Bianchi. Ninguno, eso lo digo hasta sin fijarme, duró más de seis años.

Si un director técnico, a quien suponemos al mando de cada proyecto, se aburre, se cansa o pierde las energías (Bielsa Dixit), la idea del largo plazo como se la idealiza, se desdibuja. Acaso, en retrospectiva, dicho largo plazo no existe aquí. O sí, aunque a comparación de un proceso serio, "como en Europa", es un tiempo corto, muy corto.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Crazy little thing called fobal.

Desde que abrí el blog, pocos temas referentes al monstruo fútbol han quedado pendientes en el perchero. Con el correr del tiempo, y con más pena que gloria, tuve que aguzar el ojo y el oído para buscar aquello de lo que no hubiese escrito. Como bloguero, suelo leer posts viejos de otros sitios. Sé que vos, lector amigo (?), hacés lo mismo y te edificás (?) con las boludeces que aquí dejé plasmadas.

Ahora es cuando viene uno de esos posts típicos de este sitio, en donde este boludo escribe una sábana en tono moralista e indignado sobre cómo está podrido todo, que cómo una semana después que le rayan el auto a un jugador, ayer le abren la cabeza de un cascotazo a otro. Mucha perorata de esto y aquello, blablablabla. Cómo el partido se continuó, cómo no se eliminó automáticamente a Independiente de la competencia como escarmiento. Cómo, por el amor de dios cómo (?) puede ser que aplaudan al jugador, como festejándole que no los haya botoneado.

Es muy desgastante.

Ya no te dan ganas de escribir de eso. VdL es un sitio que traté de dirigir únicamente al fútbol. Cuando suena el silbato final, lo ideal sería que también terminara el post. Sería hasta hipócrita hacerlo en este marco. Porque con estas cosas, el fútbol se destruye a sí mismo. Y el fútbol es una olla popular, recibe lo que le tiramos adentro. ¿Así de jodido está todo?


Esto no es el fin, ni mucho menos. Sigo amando a la redonda. Soy idealista y creo que se puede revertir para mejor. Pero hoy me siento como se siente el estudiante, cuando la pila de apuntes casi que se ríe y te da ganas de largar todo al carajo.

lunes, 18 de octubre de 2010

"¿Qué cobrás, la puta que te parió?" (o Reseña sobre la dimensión sociocultural de los errores arbitrales en el fútbol) (?)

El 10 de Octubre del 2009, mientras muere el partido en el Monumental en el enfrentamiento ante Perú por las eliminatorias al Mundial de Sudáfrica 2010, se anota un gol en tiempo de descuento a favor del equipo local, que lo pone en ventaja por 2 a 1. La imagen de la lluvia torrencial, Martín Palermo (¿y quién si no?) saludando al público tras su aporte, obnubila a la localía al punto que son realmente pocos los que recuerdan el peligrosísimo contraataque que se armó tras el saque del medio; Romero nos salvó del empate. El “detalle” de que el gol había sido en offside es completamente ignorado, hay fiesta en Núñez, y los medios gráficos se engolosinan ante la primicia. Otra victoria ante Uruguay sella la clasificación argentina.

El 18 de Octubre de 2010, mientras muere el partido entre River Plate y Godoy Cruz por el campeonato local en el Malvinas Argentinas, Ortega mete un pase magistral para la reivindicación absoluta de Rogelio Funes Mori con el hincha riverplatense; el juvenil la baja con el pecho con envidiable destreza, define bárbaro ante un arquero que no se desentiende de la jugada, y anota un golazo que el línea no invalida. Sí lo hace el árbitro, quién desde una posición absurda declara una mano que no existió, y anula injustamente un gol del conjunto Millonario que hubiese marcado la victoria del conjunto. River pierde dos puntos, y Godoy Cruz (que ni ahí merecía perder) gana uno; para ambos la intrascendencia en mitad de tabla.

Como balance, quizás es hasta positivo. Una injusticia hace feliz a todos los argentinos, y otra apenas entristece a una parcialidad del público futbolero.

El problema es que siguen siendo injusticias. La gastada frase “si se puede evitar, no es un accidente” podría tomar un interesante restyling en este caso y aplicarse al fútbol. Hago memoria, y sin esforzarme recuerdo las siguientes situaciones:

En el repechaje europeo por una plaza en el último mundial, un histórico como el francés Henry marca un gol ante Irlanda utilizando su mano para tomar control de la pelota que envía al fondo de la red. Con dignidad, advierte al juez que cometió una infracción en el gol tras el final del partido; ante su inacción, comunica a la dirección deportiva del seleccionado irlandés que está dispuesto a comparecer ante la FIFA, pero ante su desinterés el resultado no se modifica: Irlanda queda afuera, y Francia entra en una copa de la que se iría envuelta en un terrible puterío escándalo.

En el 2009, año del Tiki Tiki, se enfrentan el equipo más vistoso del campeonato, Huracán, y el más sólido, Vélez, definiendo el primer puesto. La AFA designa a Brazenas como árbitro, y sobre el final del partido convalida un gol marcado tras una falta evidente y violenta, después de no haber cobrado un penal favorable al equipo contrario, y anulado un gol a Eduardo Domínguez. Vélez gana 1 a 0, y el campeonato se cierra con un campeón, que no fue injusto pero por el transcurrir de los fallos arbitrales y por claras simpatías hacia el juego del Quemero, se vio empañado. Brazenas, quien entendemos debe ser humano y como tal capaz de cometer errores, no vuelve a dirigir en Primera División, duplicando la injusticia del caso y haciendo de aquel equipo de Huracán y su DT, Ángel cappa, mártires.

Ahora bien, cabe preguntarle al más sensato hincha de Vélez, su sentir al respecto. Alegando a la moral, dirá que se vio beneficiado. Mas eso no opaca su evidente felicidad por ganar un torneo, ganando un partido histórico y chivísimo como hace tiempo no se veía en este futbol. Totalmente opuesta será la respuesta del fanático del Globo; aunque en su decir se verá mezclada la racionalidad con el dolor del lauro que perdió en aquel partido fatídico, la nostalgia el equipo irrepetible y la injusticia.

Asimismo, los hinchas de River, este lunes, están que trinan con Beligoy. No lo estaríamos si el gol anulado a Funes Mori hubiera sido el 4 a 1, por ejemplo. La intolerancia para con las ternas es directamente proporcional a nuestro pasional, ferviente deseo de ganar y a nuestros intereses, y guarda una relación inversa y triste con nuestras frustraciones.

En este ejercicio de la memoria me acordé de la maniobra de “La mano de Dios” donde Diego Maradona en su claro ilícito, nos hizo a 30 millones de tipos ansiosos de revancha, los más felices del mundo. Aún cuando pregunto si en el siglo XXI, y con todas las herramientas imaginables para evitarlos, sigue valiendo la pena mantenerlos, los errores arbitrales, en el blanco y negro inevitables, marcan cierta parte de la historia del fútbol. Que nos hagan sonreír o putear, es otra historia.


Andrés Pablo Burgos.-

viernes, 15 de octubre de 2010

Hay que entender el juego.

Y esta vez, no me refiero al fútbol propiamente dicho.

En los diarios y noticieros, me enteré de los incidentes que hubo, a lo largo de la semana, en las prácticas del plantel de Racing, luego de perder el clásico. Que se putearon con Bieler, que apretaron a Castromán y que le rayaron el auto a Lluy, de los más resistidos del equipo.

En este último hecho quiero hacer incapié. Las represalias tomadas por los barras ("socios" decían, ja ja) acusando al lateral de pechofrío, de salir la noche que vino luego de perder el clásico, y de ser horrible en general (?) son, como dijo el DT Russo, lógicamente repudiables. Ahora bien, preguntando entre el grueso de la gente (vía blogs y foros varios) encontré cierta simpatía para con los que fueron a hacer bardo a las prácticas. "Esa camioneta se la pagó Racing", "le chupa un huevo la camiseta", fueron algunas de las respuestas.

Pareciera que todos nos acostumbramos a cosas como estas. Cuando a los jugadores de River, no me acuerdo en qué contexto, les cortaron las gomas de los autos, cuando la barra de Independiente apretó a los jugadores para garronear pasajes a Sudáfrica, cuando hinchas de San Lorenzo increparon al Papu Gomez ("pedile perdón a la gente") o les revoleaban monedas después de quedar afuera de una Libertadores, en 2008 contra LDU Quito. De esas hay miles. Y se abordan con lamentable naturalidad porque "el fulbo tiene estas cosas".

Tener bronca por perder un clásico, en el caso específico de Racing, es comprensible porque el hincha genuino es sanguíneo por naturaleza. Pero no es un crimen perder un partido de fútbol.

"Que entienda que está en este club" me dijeron varios. Me parece que los que tienen que entender cómo es el juego son los propios hinchas.

lunes, 11 de octubre de 2010

¿Y dónde está el piloto?

“Si no le ganamos a Gimnasia, me circuncido con una cucharita de café”. (?)- Alexis Gabriel (30 años, 20 partidos vistos, 0 presencias en el Monumental)


River Plate, así se le siga negando la victoria, está promediando otro torneo mediocre. Hay tanto a esta altura de la competencia en el haber como en el debe: la defensa (partido contra N.O.B. y Quilmas aparte) está mostrando, sin brillar, un nivel superior al de aquella que penó durante todo el 2009, pero en el mediocampo se siguen perdiendo antes que ganando partidos. La promoción, aunque siempre vigente, no se ve tan amenazadora como al principio del campeonato. La punta, sin embargo, se ha convertido en un anhelo y hasta la clasificación a la Sudamericana del 2011 parece difícil; muchos pibes del club se han afianzado y se ha mejorado la jerarquía individual, pero el cuerpo técnico no ha sido capaz de ponerle nombres propios a posiciones claves en la cancha.

Como hincha de La Banda, he visto florecer desde hace un par de fechas lo que denomino “actitud San Martín”. Gran parte del público futbolero asociará el nombre del prócer a cierta platea del Monumental, cuyo alto costo ha ayudado a asociarla con el seguidor más tontamente “fifí” del club de Núñez, mal acostumbrado a lo que el club solía brindarle a sus ojos; el paladar negro es una característica histórica del fan riverplatense, pero la intolerancia ejecutada a determinado/s jugador/es o cuerpo/s técnico/s en base a los malos resultados deportivos del conjunto es una trademark del hincha de club grande, y en este momento de River en particular. Sírvame de ejemplo: Funes Mori obtiene 4 conquistas ante la red en las primeras 6 fechas con pasajes de fútbol realmente interesantes, y gana el clamor popular junto con el espacio en los principales diarios deportivos, con interés de la Juventus y todo, miralo al pibe (?); pasan 4 fechas más, sus hazañas no se repiten (sumado a un egoísmo que le significó perderse varios goles, entre ellos uno prácticamente hecho, a través de un pase a Pavone) y cierta parte de la familia del Monumental llega a compararlo con Andrés Ríos. Caminos similares han sabido transitar jugadores como Pereyra, Ferrero, y hasta hoy consagrados como Buonanotte o Carrizo.

Dándole un espacio a la reflexión podremos ver que Funes Mori, para mantener el ejemplo, no era un 9 consagrado durante su período “dulce”, ni tampoco merece ser la próxima incorporación de Sacachispas ahora que está negado con el arco; yace la apreciación en algún lugar intermedio, un gris que puede tornarse muy difícil de ver con la lente del resultadismo. Pareciera, a veces, que los números negativos reclaman sacrificios humanos, y cuerpos técnicos o jugadores irregulares suelen ser los primeros blancos.

Claro está que en esta situación hay culpables, de otro modo River tendría 30 puntos, y muy por el contrario, cosechó cerca de la mitad.

Uno de los responsables de este presente es, por supuesto, Ángel Cappa. Mucho de lo que puede decirse en contra de él, obviando su aspecto discursivo porque somos buenos (?), proviene de sus propias promesas no cumplidas: antes que parecerse a ese vistoso Huracán del Tiki-Tiki, este River se muestra como un equipo gustoso de poseer la pelota, pero para nada inteligente al momento de moverla. ¿Qué es, tácticamente hablando, lo más inteligente que hizo el equipo millonario en este Apertura? Acaso, y yendo a lo puntual, la posición que toman los defensores en la jugada del minuto 25 ante G.E.L.P., donde Román hace un pase hacia el corazón del área para Funes Mori. Extrapolándolo, hablo de la ubicación en el área de los defensores centrales en las jugadas de ataque. También puede rescatarse la proyección que dan Arano y Ferrari así como un buen rol en las primeras fechas de un hoy deslucido Affranchino como volante por derecha, pero mucho falta para que pueda considerarse a River un equipo que “juega bien” y mucho menos para pelear la punta.

Respecto a eso, la “Ortega-dependencia” parece una búsqueda de los jugadores por encontrar ideas donde no las hay; de allí el título de esta nota en referencia a la hilarante comedia de Jim Abrahams. Tal como Ángel Cappa destacó, Ariel ganó en inteligencia para ubicarse dentro de la cancha todo lo que perdió en despliegue físico; siendo entonces una opción casi constante de pase, el equipo parece encontrar en él la respuesta a toda búsqueda, “tocando la pelota al que sabe y esperando a ver que pasa”.El Burrito, a esta altura, no está en condiciones de tomarse un fernecito frío de cargarse el equipo al hombro; así, al no poder repetirse lo que Almeyda contribuyó a hacer en defensa, el equipo queda desarticulado en ataque y se vuelve predecible, buscando demasiado por el medio o abusando del centro (siempre válido como recurso, casi siempre estéril como método).

Cuando Falcioni ataca, en forma dura pero certera, tras el enfrentamiento ante Banfield, lo hace desde la posición y con la seguridad que le da un proceso de años a cargo de un equipo claramente asentado. Totalmente justo y obtenido de su trabajo, claramente. No es justo, de esta misma manera, juzgar a Cappa o al grupo de jugadores como a un grupo formado; por el contrario, corresponde darle el margen de error que merece como podría decirse también del Racing de Miguel Ángel Russo o, yendo aún más al extremo, del Independiente del Turco Mohamed, que igual empezó bárbaro (Nota del Editor: la concha de tu madre Hilario (?)).

¿Con qué derecho se critica rotundamente a Mauro Díaz, con 20 partidos en primera? ¿Con qué fundamentos se puede achacar la falta de conducción en un equipo que confía invariablemente en un Ortega en el ocaso de su carrera, acompañado por un grupo de juveniles habilidosos pero que no superan los 20 años? ¿Es válido tildar el paso de Cappa en River como mediocre cuando su proceso apenas ronda los 6 meses y diez partidos por los puntos?


Siendo imposible ver el futuro, quizás sea hora de dejar de lado la actitud “San Martín” de ver lo que River no tiene y empezar a tomar nota de lo que posee. Los últimos resultados en el Monumental tendrían que hacer las veces de baño de humildad. No obstante, parece difícil olvidarse que, hace diez años, era casi impensable empatar de local con equipos de la categoría de Quilmes y Gimnasia (la tabla de posiciones hoy los encuentra peleando por el último puesto). Pero hoy David mostró todo lo que Goliat no supo resolver.


Andrés Pablo Burgos