jueves, 9 de septiembre de 2010

¿A quién alentamos ahora?

En más de una ocasión fui partícipe de una de estas discusiones, que giraban en torno a la simpatía que pudiera generar, o no, un equipo nacional al enfrentarse con otro, extranjero. Incluso, recuerdo que en algún pequeño apartado de un viejo post (que recuerdo que hablaba de Estudiantes de La Plata), hice una mención a este mismo tema. Ayer, cuando casualmente Estudiantes se midió con LDU Quito, volví a sentir los ecos de aquella misma discusión, en foros y en charlas.

En definitiva, la disyuntiva es hinchar por el equipo argentino o por el extranjero. Así de simple, y quizás absurdo, como usted puede leer (?), una decisión tan simple tiene muchas aristas por las cuales abordarla.

Resulta claro, a esta altura del partido, que la inicial rivalidad entre clubes - sobre todo clásicos adversarios - ha devenido con el correr del tiempo en una fiera enemistad que supera ampliamente el umbral de la violencia. Aún siendo esporádicos los combates verdaderos, cada uno ha contribuido a la creciente animadversión entre hinchadas. Aún cuando ahondar en los pormenores de esta agresividad no es el objetivo del post (prometemos ad eternum hablar de eso alguna vez), es evidente que ésta logra manifestarse en más de un ámbito. Es así que es más posible que te rapte un Ovni (?) antes que encontrar a un hincha de cualquier equipo River que hinche por Boca en una Copa. O Viceversa.

Puede haber excepciones. Algunas hinchadas son amigas; la predisposición para con este equipo que no es propio se verá afectada. Asímismo, algunos cuadros ("de los denominados chicos" para no ofender susceptibilidades), son capaces de generar simpatías en situaciones particulares. Recuerdo a Argentinos en Semis de la Sudamericana 2008. O, quizás, si Godoy Cruz clasificara a la Libertadores (!!) generaría este sentimiento en el espectador neutral. Es difícil que un equipo Grande logre esto. Influye también el aprecio o encono personal con determinados clubes.

Pero así como existen estas posibilidades (que, en definitiva y a pesar de su origen, contribuyen al folklore) sobresale otra posición. La de aquellos que tiran para el lado del equipo "que nos representa". Extrapolan el triunfo de un club a un triunfo argentino. La postura, creo, tiene el mismo origen que otras nociones de pertenencia, como aquellas que festejan triunfos de combinados nacionales de los más variados deportes, o de atletas individuales (como sucede en el tenis).


Viéndolo en los términos así planteados, resulta cuanto menos deprimente: se está optando entre el rechazo porque sí, y la patriotería porque sí. Tocando fibras más profundas de la moral (?), no hacemos sino ver con qué prejuicio nos quedamos. Difícilmente haya posturas más difíciles de argumentar. Pero asumiéndome como argentino al taco, jamás voy a quedarme sin optar por una.

¿En qué me representa a mí, hincha de X, el Club atlético Independiente(?) Y? En nada. Por supuesto. La pregunta a hacerse ahora es, ¿En qué piedra me sostengo para decir eso? ¿Acaso X representa todos mis ideales políticos, éticos y morales, siendo la antítesis el estandarte de los putos de (?) los hinchas de Y? Honestamente no. Son 11 tipos con una camiseta. Nada más que eso. Nada menos. Aún sabiendo eso, jamás voy a alentar por el rival en una copa. Eso, asumido y archivado. ¿Hay que creer, entonces, que uno es un intolerante proviolento? Y sí (?).

O quizás, habría que entender que, si existe una identidad nacional precaria, ésta debiera verse reflejada lejos de un evento deportivo y cerca de un rumbo político e ideológico claro, una unidad y un trabajo conjunto para mejorar, y no unirse en el Chauvinismo al momento de enfrentar a otro país. O quizás me estoy justificando para alegrarme porque el tuyo quedó afuera, quién sabe.

Y todo esto para un partido de mierda, che (?)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

"El corazón tiene razones que la razón no entiende"
Tal vez habría que buscarlas en esa clase de magia que se da sin poder explicarlo.-
Es como ser hicha de Racing.-
Yo soy hincha de Racing y admito que es "una pasión inexplicable"
Sin caer en la vulgaridad de un simplismo, no hay postura filosófica que lo explique.-

Gonza Averna dijo...

Claramente que el sentimiento genuino por los colores trasciende lo racional.

De otra forma no quedariamos hinchas de Racing.

A lo que me refiero es al sentimiento hacia otros equipos, que en cierto modo es una degeneración de la postura hacia el club propio.

Pero lo que vos decis, es asi. Explicación, no tiene.

Un abrazo.-

Sinpasto dijo...

Como siempre, depende de la subjetividad de cada uno. No es por lavarme las manos y caer en un relativismo sin vuelta atras (?), pero ponele... tengo un amigo fana de Independiente que tuvo que bancarse ver como en la última década boquita le iba arrebatando de a poco la corona copera, sin embargo él me admitía que era casi emotivo ver a boca plantarse y llendo al frente en, ponele, el Morumbí. Que no es lo mismo de plantarse e ir al frente, no sé, en la cancha de Junior de Barranquilla, caso en el que mi amigo sin duda festejaría los goles del equipo extranjero.
En fin, que algo hay...(?)

saludos

Andy dijo...

Somos hijos de una patria que se cree gauchesca después de haber leído el Martín Fierro tiempo después de que el alambre y la propiedad privada terminen con la vida de esos simpáticos nómades (?) ¿Qué puede esperarse de nosotros si decimos que Messi no es argentino basándonos en su desempeño futbolístico?

El tema es que el fútbol tiene, para nosotros los fanáticos, una capacidad de tocar lo más profundo que lleva a que un simple Godoy Cruz - Corinthians se convierta en un conglomerado de una variopinta cantidad de picas, como:
- Brasil es más grande a nivel nacional y futbolístico que Argentina; Brasil merece ser odiado.
- Mi equipo X no está en la copa; Godoy Cruz y Corinthians sí, por lo que merecen ser odiados por igual (cual podría resentirse este humilde lector al ver pasar un BMW, o a Diego DiNallo en un Clío, sin ir más lejos).
- Si GC y Corinthians merecen ser odiados por igual, voy a tender a preferir que no gane el equipo brasilero.

Y digo esto como una postura personal, sólo me pasa con Brasil. No es prejuicio, me caen mal la mayoría de los brasileros que conocí nomás (había un par macanudos, pero uno se acuerda de lo que le molesta).

Saludos, interesante post.

Anónimo dijo...

Creo que a uno le puede ser indiferente en algunos casos quien gana o pierde, pienso que cuando queremos que un equipo (que no tiene nada que ver con el nuestro) pierda, lo que actúa es la “emoción” y no la “pasión por la camiseta” o la rivalidad entre clubes. Por Ej.: yo soy de un equipo “z”, tengo un rival que es “b” y si gana o pierde “y”, “h” o “g” me da igual. En cambio cuando juega “B” o “R” y tal vez “x” (quien sabe?) tengo un motivo “M” para hinchar por el rival que tiene que ver con cierta animosidad que no tiene nada que ver con el futbol o el equipo “z”.
Con respecto al partido de E: lo vi, perdió la copa, no llore ni salte de alegria y segui. Ademas como vos decis, deberia haber hinchado por E que son “equipo chico” según tengo entendido, no me puse de ningun lado, vi un espectaculo. Vos querias que pierdan?