La hinchada de Independiente tuvo un gesto bastante innovador para con la de Boca, en el marco del clásico de ayer. Las banderas representativas de Bolivia y Paraguay, en clara referencia a la nacionalidad de los integrantes de La 12, tuvo un impacto tremendo en los medios.
Lo cierto de todo esto es que hemos caído bajísimo, no sólo si consideramos una determinada nacionalidad diferente como un insulto (nadie te dice Checo, o Español como insulto) sino por creer que es algo nuevo; todas las hinchadas tienen esa alusión despectiva para con la parcialidad Xeneize, por lo menos desde los cánticos. El INADI salta ahora, de repente, a repudiar con fervor el hecho sólo para figurar. ¿Por qué no intervino antes? ¿Acaso estaba esperando una evidencia concreta para tomar cartas en el asunto? No me jodan, por favor. Es un acto más de hipocresía como tantos ha habido por parte de estas instituciones, siempre que se trata de violencia en el fútbol. Basta recordar el deleznable episodio ocurrido entre Saúl Laverni y Raúl Ulloa, presidente de Gimnasia y Esgrima de Jujuy. Todos indignados, nadie hizo nada.
Debieran saber, como premisa, que la lucha en contra de la discriminación arranca a partir de la culturización y revalorización de cuestiones básicas como el respeto hacia los demás y sus tradiciones, mediante la socialización de los responsables. La violenta intolerancia que se muestra entre hinchadas es un flagelo que se transmite a los nuevos que llegan, que también eran barra bravas: esto ya muestra, por sí solo, que la inoperancia de los organismos en contra de la discriminación data de muchos años atrás. Es cuestión de ponerse a trabajar...
lunes, 9 de marzo de 2009
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