miércoles, 23 de marzo de 2011

La vida no vale nada.

"...La vida no vale nada
si escucho un grito mortal
y no es capaz de tocar
mi corazón que se apaga..."

"...La vida no vale nada
si cuatro caen por minuto
y al final por el abuso
se decide la jornada..."

Pablo Milanés lo dijo en 1975.

Ramón Aramayo falleció el pasado Domingo 20 de Marzo, en marco del partido entre San Lorenzo y Velez. Furiosos por el incidente, los hinchas del Ciclón iniciaron disturbios y el partido fue postergado. Se juega sin público esta semana. Hasta aquí este párrafo podría figurar en la edición virtual de un diario. Todo muy bonito y prolijo. Como en esta nota, y en esta otra, o por qué no en ésta.


Ahora estamos todos enojados. Soltemos la lengua. ¿A quién culpar de todo esto? El público es demasiado incivilizado para que no haya policías, y muchos de ellos son barrabravas. Si éstos no estuvieran solventados económicamente por sus propios clubes, definitivamente no irían. Asímismo, de acuerdo a los antecedentes que tienen, deberían estar presos. Los policías, de cualquier modo tampoco son civilizados y dan sobradas muestras de incapacidad para los (no) operativos, por falta de instrucción que puede a deberse a falta de presupuesto. Y ni toqué el tema de las zonas liberadas. La violencia en el fútbol es multifactorial, un cóctel explosivo de corrupción e intolerancia.

Tristemente, es normal que hechos como estos queden atrás, y que la vida siga. El olvido como indulto colectivo. Se abren causas, que en la enorme mayoría de los casos nunca se cierran. Las medidas siempre las toman otros, pensaba yo. Y asumiendo que es el fútbol un reflejo de nosotros, y que por ende lo hacemos entre todos, hay que actuar. Acaso hay una postura más activa que tomar para que esto cambie. Pedir seguridad, queda demostrado, es totalmente en vano cuando aquellos encargados de brindarla, son sospechosos de homicidio y culpables a viva voz, de innumerables afrentas contra los hinchas. Más cuando ante los partidos de alto riesgo, la medida es poner más policías.

Muchos escribimos tratando de llevar no la razón, sino la reflexión. Pero a cuántos vamos a llegar, es una incógnita. Además, dudo que alguien- al que por otro lado, no puedo convencer de nada - dispuesto a matar por una camiseta lea este blog. Y los lectores, no creo que lleguen a ese extremo jamás. Al dueño de la pelota, no se la vamos a poder sacar.

La única alternativa sería una bronca general. Una movilización. Que no vaya nadie a la cancha. Y tendría que ser una iniciativa totalmente espontánea.

Eso jamás va a suceder.

Y los motivos serían válidos: ¿Por qué no puedo ir a ver un espectáculo? Que se encarguen los que se tienen que encargar. Es así como miles y miles van (vamos) a ir a ver al nuestro, el Domingo que viene. El círculo se perpetúa, como si diéramos el brazo a torcer ante la violencia y nos sentáramos a esperar a que pase otra vez, sólo para acordarnos de nuestra inercia morbosa cuando escuchemos el nombre del flamante desgraciado. Víctimas pero también cómplices. Y en estos días la tele va a olvidar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay gente que esta esperando que se inspire VdL.