miércoles, 18 de junio de 2008

Retrato

- Cuánto tráfico que hay, ¿No?
- Ni hablar. Ya llegamos tarde. Debe haber empezado. Igual estamos a un par de cuadras.
- Qué mal. Che, ¿Tu nombre?
- Carlos me llamo. ¿El tuyo?
- Alberto. - Tenía un acento inconfundiblemente provinciano.
- Nunca te había visto por acá, ¿Es la primera vez que venís?
- Sí. Viste cómo es esto. Me ofrecieron unos pesos, encima no tengo laburo y tengo que darle de comer a mi familia.
- Te entiendo. Yo tengo seis pibes y cuesta, está todo muy caro.
- Es increíble. El kilo de pan está seis pesos. Encima con todo esto del campo...
- Sí, es terrible. - Bajó la voz. No quería que los demás escucharan lo que iba a decir - Pero para mí tienen razón.
Asomó la cabeza por la ventana. Varios micros destartalados avanzaban por delante del suyo. Atronaban los bocinazos. La capital era tal cual le habían contado: llena de edificios, atestada de autos. Ante una indicación, se levantó de su asiento y cerró la ventana. Ya habían llegado a Plaza de Mayo.

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