miércoles, 4 de mayo de 2011

Defina "resultadismo".

Ya sabrán todos, porque ya pasaron varios días, que Ángel Cappa renunció a su puesto como DT de Gimnasia y Esgrima de La Plata, quedando el Lobo sin conductor, y complicadísimo (casi sepultado) con el promedio. Para aquellos más interiorizados en los pormenores del discurso del ex DT de Huracán y de River, un cambio de DT es, en teoría, un golpe de K.O. para el equipo de La Plata, ya que una gran mayoría de los técnicos disponibles en el mercado no comulgan con su misma idea de juego (según él mismo), apostando a otra táctica con otros argumentos de base, totalmente distintos sobre todo en lo físico. Tratar de cambiar la mentalidad de un equipo (y sobre todo en este caso, levantar la moral) después de una pretemporada y catorce partidos con otro libreto, es muy difícil. Por eso no es sólo matemático el problema del Tripero.

No creo necesario escribir mucho más sobre Cappa. Sólo decir que, en su constante lucha contra el marcado resultadismo del fóbal (que sí existe), no respaldó sus palabras con los hechos. Habida cuenta de su papel de Quijote, solo y él solo contra los molinos de viento, debió, en su coherencia, quedarse y afrontar, poner la cara, ante el plausible descenso de su equipo. En vez de eso, como bien remarcó mi buen amigo y habitual colaborador, comentarista, polifuncional (?), Andrés, se retiró argumentando que "los hinchas de Gimnasia me olvidarán pronto"; minimizando su rol en el presente de su ahora ex equipo. No, querido; es culpa tuya. Me dirán: "los dirigentes son más responsables". Y quizás tengan razón.
Pero eso no quita que con dirigencias mucho más nefastas, con Muñoz al frente, Madelón hiciera 55 puntos, y que zafara de una promo. Este Gimnasia, con él, no pudo.

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