martes, 24 de febrero de 2009

Sobre Attaque 77 y el cambio del rock.



Acabo de leer que hace un rato largo, Ciro Pertusi dejó Attaque 77. La verdad es que encuentro, ante el terrible notición (?) sentimientos diversos.
Honestamente, me encantaba la banda, con sus cosas buenas y sus cosas malas. Quizás no ahora, pero antes me parecía un grupo muy jugado en la letra, salido del punk cuadrado, muy amplio en el sentido de lo musical - al igual que ahora - y capaz de hacer composiciones hermosas fuera de la canción "de protesta" si se quiere (un CD: "Un día perfecto"). En síntesis, gustos aparte, los consideraba ícono de un movimiento - el punk, justamente - que, si bien nunca tuvo mucha cabida acá, los tenía como máximos exponentes (repito, quizás más antes que ahora) y un componente importante del "rock nacional" si es que eso existe.

En fin, el asunto pasa por que el grupo en sí pierde a su frontman, su cantante, segundo guitarrista y principal compositor de los últimos veinte años, todo en una sola persona. Aquel que con su sello le daba un toque distintivo a la banda, la abandona para hacer no-sé-qué-cosa, sabiendo que quedará para siempre estigmatizado. Y el grupo también lo pierde a él. Porque el que componga ya no tendrá el visto bueno de Pertusi para editarlo, ni su voz (que con los años ha cambiado, junto con la banda). Por ese lado, debo decir que Attaque 77 ya no existe para mí, al menos como tal. Me queda una larga trayectoria, varios recitales y sus discos. Pero ya fue.

Y he aquí el otro pensamiento que me aqueja. Porque el ambiente del rock despidió a una banda que arrancó de una forma, y terminó de otra radicalmente distinta. La banda de pibitos que quería gritar, en sus inicios; la banda madura musicalmente pero con ese ímpetu rebelde de su etapa intermedia (Desde "Ángeles caídos" hasta "Un día perfecto") y la banda de tipos grandes (a lo último casi cuarentones) desde el '97 para adelante. Si bien nunca perdieron un "compromiso", por lo menos desde el lado de la actitud, el grupo cambió radicalmente desde hace 12 años. Si bien entiendo que pueden cansarse de un estilo, o no quisieron encasillarse tal vez, lo veo inexorablemente como una venta. Pappo, por citar un ejemplo, tocó toda su vida rock and roll puro y duro, blues y heavy con Riff. Y nunca cambió, porque amaba el ambiente, con todos sus vicios. Lo mismo con Los Redondos y su "mística".
No puedo evitar entenderlo, si lo pienso como un trabajo (no un trabajo cualquiera, pero un trabajo al fin): cansados de apenas tocar en Cemento para, como pico máximo en esa época, 3000 personas, tomaron un camino que les permitiera tocar para mucha más gente sin necesidad de telonear. Fue el camino del rock más comercial, el camino de los hits en la Radio (en los primeros 15 años, sólo metieron "Hacelo por mí" y "Beatle"; el último disco solo tiene tres cortes de difusión). La actitud punk quedó, pero también abroquelada al espectro comercial de lo que se refiere a la "lucha" propiamente dicha: la lucha de los obreros de Zanón, la lucha contra la dictadura militar, todos ellas nobles intenciones, pero que poco tienen que ver con los temas que antes trataban (el cd "Ángeles caídos" es un fiel ejemplo de ello). También llegaron las invitaciones a festivales musicales organizados por marcas de bebidas diversas, donde cumplieron - aparentemente - grandes actuaciones, gracias al sonido demoledor que siempre los caracterizó. Eso puede hablar bien de su actitud conciliadora y respetuosa (que, por otra parte, existe) pero no de su típico comportamiento ante estos conciertos, años antes.

El grupo Attaque 77 ya no existe más para mí. Pero el A77aque de otras épocas, de los conciertos a pulmon, en canchas auxiliares, juntando alimentos no perecederos y los conciertos en la cárcel; el grupo que yo amaba, hace rato que no existe más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Attaque tomó una bandera que no le pertenecía. La llevó con dignidad y nobleza en una generación que creció sin tiempo para forjar mitos. Para convertirse en mito, como Papo, es necesario forjarla y llevarla hasta el final pagando el precio que el entorno imponga. Por eso hay pocos. El éxito es efímero pero la gloria es eterna. Vamos Racing todavía!