lunes, 7 de diciembre de 2009

"El fútbol no es una cuestión de vida o muerte, es mucho más que eso".

Se podría interpretar de muchas maneras la frase de Bill Shankly, DT inglés que dirigiera, entre otros, al rojo bueno (?), es decir, al Liverpool. Seguramente, cuando la dijo, no pensó que en el remoto país de Argentina podrían suceder cosas que fueran una radiografía fiel de una de las aristas del significado de su frase.

Este blog nació, como la gran mayoría, de mis ganas de hablar de aspectos meramente técnicos y tácticos del fútbol. Poco tiempo me bastó para enterarme que el deporte en sí trascendía ampliamente la barrera del espectáculo. Tampoco comía vidrio en ese entonces: sabía en ese entonces que en estos lares se vivía como pocos el fútbol en sí mismo, con toda una maquinaria "folklore" montada para festejar eventos más allá de los títulos. Que tu hinchada esto, que descendiste en tal año, que abandonaste en tal otro, que rompiste carnet, corriste. No obstante, todas esas chicanas quedan de lado cuando el equipo, el equipo de uno, el de nuestros amores, pelea el campeonato. Todo es ilusión, expectativa y fiesta. En la medida sana.

Y esa medida se excede a veces. Sucede en casos especiales, difíciles de explicar, en los cuales un simpatizante se enfervoriza y transmite sus frustraciones y expectativas de su propia vida a un club de fútbol, sin ir más lejos, a 11 tipos del mismo color, atrás de una pelota. La real dimensión de un campeonato, o incluso de un descenso, queda entonces distorsionada, exacerbada y muy malinterpretada, interpretándose como un fracaso propio, que se sufre hasta en lo más profundo del alma. Se buscan explicaciones, con éxito dispar, y sólo terminan quedando las chicanas, y el vacío.

La actitud que tuvieron los hinchas de Newell's en marco del partido con Arsenal no son nuevas. Sí exageradas y violentas. Reflejo genuino de la sociedad, el fútbol. El partido fue efectivamente frenado por el conjunto de Sarandí, y se perdieron varios minutos, pero no tantos más que en otros partidos. Pongamos como ejemplo el viajar a trabajar. Siempre lo mismo, el transcurrir el mismo camino a diario. Ahora supongamos que se nos hizo muy tarde y nuestro gerente es un flor de hijo de puta (?) que nos va a descontar el día. Te tomás el café apuradísimo, salís con las ojeras y sentís que no llegás más, que todos los semáforos están en rojo, que el tren se demora demasiado, que la gente camina como idiota en la calle. En fin, es lo mismo que otros días, sólo que hoy, justo que estás retrasado, te fijás en eso. Esto mismo le pasó a Newell's.

La reacción del hincha, entonces, puede entenderse por esto que describí dos parrafos más arriba. Es tan malsana la expectativa de festejar, de extrapolar los logros de una asociación civil sin fines de lucro hacia la vida de uno, en donde las sensaciones se pervierten y se vuelven viscerales. Mil personas para increpar a un árbitro, como si fuese el responsable de la miseria más grande tolerada en toda nuestra existencia. Los jugadores haciendo carne este sentimiento y apurando las jugadas, pegando muchísimo (una constante de la Lepra en este torneo, igualmente), increpando al referí en todas y cada una de sus intervenciones. El imbécil de Peratta (no se me ocurre otro calificativo para él, ni es la primera vez que tiene actitudes reprobables) yendo a maltratar a Burruchaga, como si fuera él responsable de que Newell's jugara al pelotazo a dividir para Boghossian, que hiciera agua con la línea de 3 a los costados, de que Jara tuviera una partido tremendo, de que sus compañeros no pudieran hilvanar una jugada decente de gol en noventa minutos. Y luego, todo el plantel declarando en contra de Lunati, que es definitivamente el peor árbitro del fútbol argentino, peor aún que aquellos retirados por rendimientos deplorables (Daniel Gimenez, por ejemplo), pero que tampoco es responsable del resultado. Es más, en algún punto fue hasta indulgente con Quiroga y Schiavi, tipos que ya se pasan de rústicos, y llegan a ser violentos, permitiéndoles terminar el encuentro cuando debieron irse expulsados.

Siempre descargar el alijo de las culpas es mejor que sincerarse. Ñuls no escatimó en esfuerzos, pero el encuentro lo perdió, como pudo perder si estuviera décimo en la tabla. Pero ese sacrificio debió quedar en la cancha. Llevar el "coraje" a otro lado hizo que también perdiera el encuentro afuera, y lamentablemente hoy no se puede decir que sólo por la furia de sus encolerizados hinchas. Hoy fue partícipe el mismo seno de la institución. Es entendible la indignación de los jugadores. Pero hasta ahí. Ya antes habían existido incidentes en Colón, contra Javier Collado (otra luminaria (?)), con un saldo de cinco jugadores suspendidos. Al árbitro, Rivarola le tiró un pelotazo. ¿Nadie se pone en el lugar de los árbitros? Si yo hubiera sido el bueno de Javier (?), a Rivarola le arranco la cabeza. Él se la tuvo que comer porque si no, le hacen una probation y lo suspenden para dirigir (que, viendo su rendimiento, no estaría mal, pero no es eso lo que interesa).

El fútbol no es una cuestión de vida o muerte, es más que eso, dice la frase. Tristemente certera, muestra, como tantas otras cosas muestra el deporte, lo errado que se está a veces.

2 comentarios:

El anacoreta dijo...

totalmente, hay que desdramatizar el futbol, y como diria juan peruggia: no hay que creerse todo lo que dicen los medios. A veces son tmb los medios los que hacen una historia de cosas que no son tan importantes y agrandan las cosas. Y despues son los mismos que se quejan cuando hay violencia...

Muy buena reflexion

Saludos

Gonza Averna dijo...

Los medios (en particular los medios deportivos, niños mimados (?) de este blog) son una arista más (la más triste) del problema que hace que dos tipos se maten por un club de Fútbol.

El problema es que nosotros somos los que nos creemos todo. Hay que edificarse a uno mismo por encima de la coyuntura futbolistica. Lo digo siendo de Racing (?) porque me parece que tomarme las cosas para la joda es la única que queda, jaja.

Un abrazo.-