Se dio la lógica y, después de empatar 2 a 2, Boca ganó la Recopa Sudamericana y se instauró nuevamente en la cima, en cuanto a certámenes internacionales respecta.
Del partido, cabe decir que el primer tiempo fue prácticamente un monólogo xeneize. Dado que Arsenal estaba jugado adelante, con un planteo con tres delanteros, regalaba mucho espacio y, por ende, resignaba presionar a fin de juntar jugadores en ataque. A los diez segundos del primer tiempo, cuando nada de lo que dije acá arriba había pasado, Caranta sacó un pelotazo maravilloso y la mandó al corner.
Después de esa llegada, Arsenal se inhibió y no volvió a llevarle peligro al 1. El único que se rebelaba era el Papu Gomez, pero se encontraba con una defensa férrea.
Los locales llegaron pronto al gol: pase de Palacio para la diagonal de Viatri, desborde de Luquitas (?), centro y gol de Rodrigo, que hizo bien en seguir la jugada. Después del gol los de Garnero se desmoronaron totalmente, y por momentos hubo paseo, gracias a que Boca se floreaba entre toque y toque. Cabe aclarar que todo este tiempo, se pudo haber aprovechado para ampliar la ventaja y, por qué no, golear a un equipo que estaba perdido en la cancha. Pero el conductor, el hombre de la estocada final, hablo de Juan Román Riquelme, no estuvo fino. Y si el no aparece, por cómo se para Boca (para jugar alrededor suyo) es muy difícil que aparezcan otras variantes. La primera parte terminó sólo 1 a 0, ante una multitud que ya daba la copa por suya.
El segundo tiempo, si bien Boca aggiornó el ritmo en ataque, no era muy distinto del anterior. Hasta los 14 minutos. Porque fue ese el momento que eligió Yacuzzi para escaparse por la izquierda y tirar un centro largo, que Sebastián Carrera cambió por gol, en parte ayudado por Caranta que no tuvo la mejor respuesta.
A partir de ese momento, Arsenal perdió el miedo. Se volcó de lleno a la ofensiva y atosigó a los de Ischia, que no encontraban la pelota. Pero semejante voracidad tuvo un parate a los cinco minutos: Riquelme se mando una apilada exquisita, y cuando se iba solo al gol, ese mala leche que es Carlos Baez le dio duro en la medialuna del área. Roja para el guaraní ex Independiente.
No obstante, eso no detuvo el ritmo de Arsenal, que encontraba espacios por izquierda, sector que Ibarra (de gran partido) no llegaba a cerrar. A los 24 minutos, Desborde por izquierda, centro pasado y gol de Mauro Matos para los del Viaducto. Sí, Matos, el gladiador del ascenso, fue el que le ganó la espalda a Cáceres y la metió de cabeza para dar vuelta el resultado.
La noche pintaba negra. Arsenal seguía buscando el gol que llevara a los penales y Boca trataba de hacer pie en la mitad de la cancha, donde Battaglia no daba abasto. No obstante, los dirigidos por Garnero se quedarían con otro jugador menos, por la expulsión del cabeza de tacho de Cristian Díaz. Una vez 11 contra 9, se trató seguir atacando, pero habiendo tantos huecos (le echaron a 2 defensores) había que tomar más recaudos.
El Arse no pudo meterla de nuevo, y Boca empezó a tener la pelotita lejos de su arco y, de la mano de Román, ganaba varias faltas. Bien por el oro olímpico, enfriando el partido cuando los suyos más lo sufrían. El ídolo redondearía una buena noche cuando, a escasos segundos del final, pateó un tiro libre al primer palo de Campestrini, que pegó en el palo, pero que en el rebote impactó en la espalda del arquero ex Tigre y Almirante Brown, para meterse en el arco. Técnicamente fue un gol en contra, pero el 10 lo gritó con todo. Fue el gol del empate, que sentenció definitivamente la historia.
Un último comentario: ¿Tanto espacio libre tiene Fox Sports en su programación para realizar una cobertura de cuatro horas (sí, cuatro horas) previa al inicio del partido? Lamentable, sencillamente.
En cuanto al trofeo, mis felicitaciones al club y a sus hinchas. Boca es un equipo que juega decididamente lindo y es, con certeza, el más compacto de Argentina.
jueves, 28 de agosto de 2008
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