miércoles, 15 de octubre de 2008

Nada cambió, mi amor (Chile 1 - Argentina 0)

Bueno, durante la semana se habló hasta el hartazgo del duelo Bielsa-Basile, se ostentaron las estadísticas demoledoras a nuestro favor, y toda una parafernalia para decorar la previa. Pero en la cancha se ven los pingos, como dice el viejísimo refrán.

Desde el primer minuto del partido, Chile salió con todo. La presión insoportable (típica de los equipos del Loco) pronto quebró al frágil mediocampo argentino, que otra vez mostraba el triple 5 (con Mascherano jugando por derecha y Cambiasso por izquierda) y a Messi como una especie de enganche, suplantando a Riquelme y, por momentos, formando un doble enlace con el Lobo, que era el otro volante central. Los primeros quince minutos fueron muy equilibrados, aunque podía notarse una tónica que se mantendría a lo largo de todo el encuentro: los rojos presionando, cortando el circuito de los nuestros, atacando con muchísima gente (seis personas por momentos) y corriendo una barbaridad. A los 16' ocurre un hecho desgraciado: chocan las cabezas en el área Burdisso y Mark Gonzalez, que salen reemplazados, en ambulancia en el caso de Nicolás, que cada tanto se come un viaje en la cabeza y tiene que salir. Por el defensor del Inter entró el muerto de Díaz (jugador del técnico) y por Gonzalez entró Droguett, que sólo por su apellido me cayó bien (?). Los locales fueron, de a poco, metiendo a Argentina contra su arco, y eventualmente llegó al gol. Gran combinación por derecha, desborde de Medel, centro atrás, llega Orellana y listo, a cobrar. Las culpas, a mi entender, las tienen Heinze y Díaz, que estaban metiditos adentro del área y dejaron crecer al lateral chileno, que se asociaba con los volantes y siempre le hacía el loco a Cambiasso.

De esa forma, el partido tomó otro color y Chile, más calmado, empezó a manejar la pelota mejor, sin perder por un minuto el orden y corriendo como nunca. Jugó por los costados (Medel y Boseyur - no sé cómo se escribe (?)- figuras) y, de la mano de Matías Fernandez (la rompió), avasallaba a las líneas argentinas, que no daban tres pases seguidos. En serio. El combinado chileno jugó a un nivel superior todo el partido (todos sus jugadores) y me animaría a decir que fue baile por momentos. ¿Los nuestros? Sólo Mascherano (jugó solo) y Aguero que la pedía y terminaba mal todas. Nada más. No le caigan a Milito porque aunque estuviera Ronaldo jugando, no le iba a llegar ninguna.

El complemento fue un calco exacerbado del primer tiempo. Chile atropelló al combinado albiceleste; con varios goles salvados en la línea, intervenciones de Carrizo (alternó buenas y malas) más los centrales, y errores inentendibles de Suazo (que es una sombra del de otras épocas) la diferencia se mantuvo en un gol. Argentina fue al frente como pudo, jugando por el medio (había en todas las jugadas 6 jugadores amontonados por el centro y las bandas vacías) y dejando espacios para las contras, que siempre daban ventaja numérica para los transandinos, que en todas las jugadas quedaban como mínimo 5 contra 3. Pero no las supo aprovechar bien, aunque Fernandez resolvió bien todas las jugadas y por eso fue figura. Entraron Sand (que entró inesperadamente bien, y mostró cosas interesantes) por Cambiasso, que por izquierda NO VA, y Bergessio por Milito, que fue poco menos que incendiado por el DT con códigos, como fueron quemados tantos otros. De todas formas no alcanzó; la esterilidad ofensiva fue superior, con un Messi totalmente ausente, acompañado por un Ledesma demasiado tibio. En 90 minutos no se pateó al arco, no hubo un desborde y por ende no hubo ni un centro.

Nada para rescatar de la Argentina, que le cedio el partido en bandeja a un equipo que, si bien es muy inferior individualmente, está muy trabajado y supo hacer de ese trabajo la diferencia. Bielsa ganó el "duelo de estilos" con contundencia y autoridad. Y de Basile... Mejor resguardarse a silencio. Porque no quiero desperdiciar palabras para hablar de este monigote, que es impresentable hasta en las conferencias.

Pero bueno. Antes que nada sigo siendo argentino. Amo a mi país y amo el fútbol, por lo tanto amo a mi selección. Incluso ante el nivel paupérrimo que estamos mostrando, hay que estar junto a la albiceleste. En las buenas, y en las malas mucho más.

Argentina quedó así con 16 puntos, los mismos que Chile, y a 7 de Paraguay, que con 23 está casi clasificado.

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